HELADOS, FUENTES Y UNA ZAMBA... - La Nación, diciembre de 1966

GUERRA FRÍA

En verano, sentarse a la mesa de una confitería y saborear un helado, es cosa corrriente. Pero que un riojano, de paso por Catamarca, se siente a una mesa del Richmond o de la parrillada Belgrano y 'deba gustar', porque no hay otro, un postre helado también riojano, es cosa de locura.
Los riojanos tienen el orgullo a flor de piel. Se llenan de contento cuando, almorzando o comiendo en lejanas ciudades, pueden hacerlo con vino riojano y, sobre ello, endulzar sus oídos con las alabanzas de los mozos al elixir de sus viñas.
Pero esta 'santa vanidad' llega al paroxismo cuando en Catamarca no sólo comen con sus vinos, sino que se refrescan con las 'cassatas', las sopas inglesas, los 'biscuits glacés' y los 'spumones' de 'Don Carlos', un italiano que parece dispuesto a invadir el Norte con sus postres.
Maravilloso sueño realizado este de 'invadir Catamarca'. Y enorme satisfacción la de oír el tartamudeo celoso de los catamarqueños cuando un riojano les pregunta con cara de inocente: "¿Estos postres se hacen en Catamarca?".
Cuando vivíamos, hace pocos días, la experiencia, sonreíamos pensando en estas líneas y para acallar nuestra conciencia compramos una caja de nueces confitadas, bien catamarqueñas, y las trajimos a La Rioja como prenda de buena vecindad.

EL POZO DE VARGAS

En pleno corazón de Vargas, a la altura del 900 de la Avenida Leandro N. Alem, que es la única del barrio, entra, hacia el Oeste, una calle de tierra que nos lleva al Pozo de Vargas.
Cuando preguntamos qué distancia había del pavimento al Pozo, nos dijeron: "dos cuadras".
Después de recorrerlas, arribamos a una interesante conclusión: existen dos clases de cuadras, las reales y las de Vargas. Estas últimas reñidas con los cánones, pues fácilmente deben medir el doble que las normales.
E inmediatamente tuvimos la segunda sorpresa. El 'pozo' no es un pozo, es una plazoleta. Con monolito y una placa que dice: "1867-1947. Homenaje a los caídos en la Batalla del Pozo de Vargas".
Y aquí comienza la historia. Porque es cierto. En 1867 en este sitio había un pozo o estanque pequeño que don Domingo Vargas - su apellido nada tiene que ver con el nombre del barrio pese a la homonimia - utilizaba para colectar agua destinada a bebida de sus animales y a su horno de ladrillos.
Pues bien, ese año las fuerzas federales al mando de los hermanos Manuel y Antonio Taboada y las revolucionarias, a cuyo frente estaba don José Felipe Varela, lucharon por sus ideales y... por el agua. Triunfó Taboada. Dicen que porque mandó a los músicos de sus huestes tocar una zamba...
Lo cierto es que este Pozo de Vargas es querido por los riojanos. Aunque les recuerde el dolor de una derrota.

LA FUENTE VIAJERA

Hasta 1908 la Plaza 25 de Mayo lucía en su centro un quiosco desde el que, según los recuerdos de los abuelos, la Banda del 15 de Infantería, acantonado en esta Ciudad, hacía las delicias de los transeúntes.
Pero llegó ese año y los coletazos de la 'belle époque' parisiense que ya habían dejado su sello en el 'boulevard' y en el trazado de la Plaza 9 de Julio, también se hicieron sentir en el paseo principal.
Y fue una fuente la que reemplazó al quiosco. Una fuente que llegó a La Rioja desarmada y sobre cuyas piezas, sembradas por el paseo mientras se armaba el rompecabezas, jugaron los niños de entonces, que no pueden hoy recordar sin emoción aquellos momentos.
Y la fuente estuvo siete años en la plaza, hasta que en 1915 tuvo que ceder su sitio al monumento ecuestre del Gral. San Martín.
Y la fuente se fue. ¿Y dónde habría de estar mejor que en el boulevard? Y allí se instaló, enfrente mismo del lugar en el que después se levantaría la estación terminal de ómnibus.
Pero por el treinta y tantos vino el pavimento y la necesidad de que los ómnibus entraran y salieran de la terminal - que para eso la habían construido - y entonces la fuente siguió su peregrinaje y se fue de nuevo.
Esta vez para dar origen a una plazoleta, enfrente de la Estación del ferrocarril. Y allí se quedó. Con sus ángeles paganos y sus bocas sin agua y su presencia toda, como recuerdo mudo de lo que La Rioja fue y está dejando de ser. La fuente, como los años y los recuerdos, se va... bajo la mirada vigilante del busto de Juan Facundo Quiroga, erigido a su vera.

LA OTRA FUENTE

Pero la Plaza 25 de Mayo no quiso quedarse sin fuente. Y muchos años después, cuando le colocaron pérgolas y remodelaron sus jardines y le quitaron todo lo que tenía de bravía para dejarla como está ahora, coqueta y adornada, como moza de campo que se aquerencia en la ciudad, le hicieron también una fuente.
Esta sí, con agua y plantas acuáticas y una estatuilla blanca e insinuante en su centro que, en pose estilizada, parece querer ignorar cuanto pasa a su alrededor.
La fuente vieja, maciza y verde, se fue a recorrer barrios y a oír, a veces ruborizada, los comentarios futbolísticos de los muchachos que buscan su arrimo.
Esta obra, la nueva, oye en cambio el griterío de los chiquillos y los requiebros de los adolescentes.
Quizás porque el ruido del agua, cayendo sobre el agua, es monótona armonía que permite decir lo mismo de siempre, como si se dijera por primera vez.

BALNEARIOS Y NATATORIOS

En estos días el termómetro se encargó de recordarnos, con elocuencia, que estamos en verano y en La Rioja. Aunque la estación comience el 21 de diciembre, pues eso es para los almanaques y no para los riojanos.
Y con el calor vino también la necesidad de alivio y entonces, con apuro y con mucha publicidad, se "inauguraron las temporadas" del balneario de Los Sauces - un riacho pretencioso y acuartelado -, la pileta del Parque Yacampis y la de un club céntrico. Y se rasquetearon y pintaron las ya numerosas que existen en las casas de fin de semana de La Quebrada.
Y los riojanos concurren, de día y de noche, al balneario, al parque, al agua, en donde esté, en busca de alivio... y de sociabilidad. Que en estos tiempos no es cuestión de esperar el soñado viaje a Mar del Plata para lucir modelitos de mallas o desplazamientos sinuosos.
Y ante esto, el duendecillo de Manrique nos ronda y nos obliga a escribir: "el estanque de Catalán y el más popular de la Chacra Experimental ¿qué se hicieron?".

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