LOS CABALLEROS DE LA ESTRELLA - La Nación, enero de 1968

LOS CABALLEROS DE LA ESTRELLA

Hace pocos días - la fecha no interesa porque las cosas de espíritu carecen del ingrediente del tiempo con que nosotros razonamos los materiales -, tres vecinos de La Rioja, tres italianos venidos de su tierra a laborar con nosotros la grandeza de esta otra, la nuestra, fueron protagonistas de un suceso insólito. Tanto, que apenas trascendió a la calle. Casi ni se supo.
Por eso quizás sea bueno recogerlo en la crónica. Escribirlo, para que no lo insuma el olvido, que pronto empezará a caer sobre él.
Tres italianos - decíamos - y aquí la caballeresca cortesía tendrá que dejar paso a los años venerables, don Luciano Testori, Vicente Santacroce - así, sin don, porque no le hace falta - y la señora Ana Di Piero de Grassi, fueron distinguidos por el gobierno italiano con la Estrella de la Solidaridad, en el grado de 'cavalieri'.
¿Por qué? El Vice Cónsul italiano lo dijo en la ceremonia de entrega de las condecoraciones. Simplemente por su lealtad a la patria lejana, por su generosa entrega a esta nueva patria, por su constante actitud de servicio para con sus connacionales. Porque, de tan buenos italianos que son, resultaron extraordinarios argentinos... Por su valentía anónima de todos los días. Por querer - sin querer - perpetuar en sus prójimos y ahora en las crónicas, la sensacional noticia de cómo se debe ser para ser - simplemente - bueno. Nada más que por eso.

DON LUCIANO

En 'La Ópera' antes, en 'Don Carlos' ahora, erguido a pesar de sus setenta y ocho años, sonriente siempre y pipa en ristre, don Luciano Testori es la estampa del europeo con mundo que se adaptó rápidamente y que vivió con intensidad la lugareña historia de esta primera mitad del siglo.
Arribado a La Rioja desde su Pavía natal, en 1912, dos años después se le antojó volverse. Italia estaba en guerra y debía contribuir a su defensa. Y se fue. Pero con un 'carnet' en el bolsillo. Que constantemente mostraba, orgulloso, a cuantos querían verlo. El carnet que lo acreditaba a él, tipógrafo, como 'Corresponsal de guerra' del diario 'El Independiente' de aquel entonces, que dirigía el Dr. Pelagio B. Luna y que se editaba en los sótanos del viejo edificio, frontero a la Plaza 25 de Mayo, en donde hasta hace poco funcionara 'La Ópera'.
Todo bien, nos cuenta, hasta que un día lo citaron del Comando. Allí también mostró su carnet. De algo podría servir demostrar que era un periodista de 'la América'. Después de un breve interrogatorio en el que se incluyó, de paso, una pregunta sobre si conocía al director del diario, cuya credencial mostraba, y su nombre - en caso afirmativo -, le extendieron una carta llegada desde la Argentina. Una carta dirigida 'Al soldado Luciano Testori - Frente de batalla'. La leyó y después la entregó, mudo, emocionado, a su superior. La carta, cuyo membrete rezaba: "Vice Presidencia de la Nación Argentina" comenzaba así: "Querido Gringo"... y terminaba: "Te abraza tu amigo, Pelagio B. Luna". Nada menos que el Vice Presidente de la Nación, su ex Director en el periódico. Su amigo y vecino en La Rioja no lo había olvidado. Y le escribía.
Don Luciano había entrado asustado al Comando. Salió ascendido a sargento. Que a veces para algo sirven las amistades.

VICENTE

Que el carnaval con su ‘mundanal ruido’ es fiesta universal, resulta cosa que nadie discute. Pero que un calabrés venga a La Rioja a convertirse en ‘el dueño del Carnaval’, es asunto bien distinto.
Resulta un poco inverosímil querer vestir a un italiano con los atributos de la ‘chaya riojana’. Pero resulta que a Vicente Santacroce no es posible separarlo de ella – agua, harina y algo más – y del ‘encuentro’ y la ‘coronación’.
Confiesa sesenta y cuatro años. Tal vez ‘lo denunciaron’, como se dice aquí, unos cuantos años antes de que naciera. Porque para andar en bicicleta y bailar la tarantela como él lo hace, o le sobran años o ha encontrado el secreto de la eterna juventud.
Cosa cierta es que lo trajeron a La Rioja cuando tenía veintidós años, para que trabajara en su profesión, sastre.
“Me casé aquí. Con la María… cuando cumplí las bodas de plata me hicieron una zamba… Es la única anécdota”. Lo miramos incrédulos.
Él continúa: “No volví nunca a Catanzaro… sí, en Calabria”. Seguimos mirándolo, mudos. “Bueno, cuando era joven iba a los bailes de Pango, Pagancillo…” Y la risa lo traiciona. Socarrón, protesta: “¿Para qué me pregunta estas cosas?” Y ahora reímos nosotros porque ¿quién no sabe, en La Rioja, de sus aventuras mozas, de su candidatura ‘principista’ a diputado provincial – allá por la década del veinte – cuando a todos los sastres de la ciudad se les había dado por ser ‘socialistas’. Y del diccionario que confeccionaron sus amigos y ‘correligionarios’ para entender “sus encendidas arengas”, porque el castellano básico que poseía obligaba a consultarlo a cada instante?
Pero todo esto es recuerdo. Interesa nuestro Vicente Santacroce de hoy. El hombre bueno por sobre todas las cosas, sin cuya risa espontánea y contagiosa no hay carnaval en el barrio de la calle Joaquín V. González al 300. Y sin cuya cháchara amable, parado a la puerta de su sastrería, con la cinta métrica a manera de estola, el barrio no sería esa cosa tibia y acogedora que es ahora.
Una cosa es perdurable y cierta. La Rioja con Vicente Santacroce tiene un carnaval único y original. Algo así como una ‘chaya a la italiana’.

Y POR FIN LA DAMA

No es fácil mantener el tono festivo y casi íntimo de la crónica cuando debemos dejar a los viejos amigos condecorados, para decir que también sobre el pecho de una joven señora se posó una estrella.
Pero es lo cierto y significativo.
En don Luciano, en don Vicente, se han premiado el afecto, la anchura de sus corazones, la cariñosa bullanguería de sus risas. En la señora de Grassi – sin que ello falte -, su continuada, su nunca renunciada entrega a la difusión de la cultura italiana, desde su filial de la Dante Alighieri.
Y como es joven y dedicada sólo a sus cátedras y a la difusión cultural, no tiene historia ni anécdotas, salvo que resulte anecdótico el contar que aprendió a hacer empanadas para las ferias en que se recolectan fondos destinados a la construcción de la sede de ‘la Dante’, como ella la llama.
Como la ‘chaya’ de Santacroce ¿serán éstas empanadas a ‘la italiana’?

ESTAS ESTRELLAS

Estas estrellas de la Solidaridad, que desde tan lejos vinieron a posarse en los pechos de tres italianos nuestros – hay que decirlo – han conmovido a los riojanos.
Porque a ellos y en ellos, a todos cuantos vinieron a hacer con nosotros esta Rioja nuestra, les debíamos este gesto de gratitud. Postergado siempre, pero querido y brindado ahora, sin retaceos.
Quizás por eso, cuando nosotros entrábamos a la casa de uno de ellos para congratularlo, encontramos al cronista gráfico del diario local que salía, muy acicalado, cosa inusual en él, y nos obligó a preguntar. Por toda respuesta nos dijo en tono compungido: “Y… tenía que hacer la foto del ‘cavalieri’”.

Estas estrellas, como la de Belén, nos han llevado a descubrir sólo ahora a estos caballeros de la solidaridad, que desde hace décadas viven, sueñan y trabajan aquí, a nuestro lado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario